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Radón y salud


El elemento químico radón tiene distintas formas de presentarse en la naturaleza (isótopos) y una de ellas, la más estable y abundante, es el Rn-222. Este isótopo supone un riesgo potencial para la salud de las personas por la inhalación del mismo. La cadena de desintegración de los elementos químicos que participan en la aparición del radón se inicia con el uranio, pasando por el torio, radio y finalmente radón. Los primeros elementos aparecen en estado sólido, pero el radón lo hace como gas y ese es su verdadero peligro porque puede llegar hasta las personas por el aire e introducirse en el cuerpo por las vías respiratorias. De este modo sus descendientes que son sólidos pueden adherirse al tracto respiratorio y las emisiones de partículas alfa de alta energía dañar las células. La vida media del Rn-222 es de 3 a 4 días (3,8 días), en ese momento se transforma en polonio, emitiendo partículas alfa, que son las que dañan el ADN de nuestras células, volviéndolas cancerígenas.

El Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (Real Decreto 1299/2006, de 10 de noviembre), reconoce como causa de enfermedad profesional al radón, indicando que es el causante de neoplasia maligna de bronquio y pulmón.


La Organización Mundial de la Salud, OMS, advierte de la importancia de estudiar las concentraciones de gas radón en los centros de trabajo, ya que considera que es la segunda causa de cáncer de pulmón en la población general después del tabaco (OMS, 2015).


El radón es un asesino silencioso, pues no se oye, no se ve, es insípido y no huele, y va dañando nuestro organismo poco a poco sin que nos demos cuenta. La OMS advierte de la importancia de determinar si nuestro lugar de trabajo se encuentra expuesto a concentraciones de radón que superen los límites recomendados por los organismos públicos de salud. En España, estos límites se están actualizando a los 300 Bq/m³ (bequerelios/metro cúbico), según se ha publicado recientemente en el Plan Estatal de Vivienda (Ministerio de Fomento, 2018) y se espera que se haga próximamente en el Reglamento sobre protección sanitaria contra radiaciones ionizantes (RPSRI), en aplicación de la Directiva Europea EURATOM 59/2013 donde se indica este valor y cuya implementación en España es obligatoria.

Según la Organización Mundial de la Salud, hasta la fecha, en los estudios epidemiológicos realizados no se ha encontrado ninguna relación entre la presencia de radón en el agua potable y un mayor riesgo de cáncer de estómago. El radón que está disuelto en el agua potable puede pasar al aire de los espacios interiores. Normalmente, la cantidad de radón que se inhala al respirar es mayor que la que se ingiere al beber.